El Tren Maya: ¿Cómo sí?

Los expertos han señalado opacidad en mucha de su documentación económica, jurídica, técnica y ambiental del tren maya.

El sentido común señala que entre tener una idea y ponerla en práctica hay un plazo y trabajo intermedio necesarios para instrumentación.

En teoría, todo gran proyecto de infraestructura pública, como el Tren Maya, surge de una idea bien intencionada de satisfacer una demanda de desarrollo social, económico, comercial, industrial, turístico, entre otros, en el ámbito local, estatal, regional, nacional e incluso internacional.

Cualquier proyecto de infraestructura, en espacial una obra de la envergadura del Tren Maya, requiere un exhaustivo trabajo preliminar de planeación y estudio que reduzca, en lo posible, el margen de error en la proyección, construcción y puesta en operación del proyecto.

Culaquier obra de esta magnitud debe estar plenamente sustentada en sus variables socioeconómicas, financieras, técnicas, legales y ambientales.

En este contexto, los expertos han señalado opacidad en mucha de su documentación económica, jurídica, técnica y ambiental, y se han registrado quejas de diversos grupos sociales, indígenas y los profesionales en las distintas disciplinas del proyecto sugieren un sustento insuficiente en sus pricipales componentes.

Señalan que no se tiene una exhaustiva estimación de la demanda del ferrocarril en cuanto a carga y turismo; no existe certeza en varios tramos del derecho de vía; hay afectaciones arqueológicas; impactos negativos en las comunidades indígenas y sobre todo, hay afectaciones ambientales que la comunidad científica ha catalogado como graves.

Ahora bien, ya se destinaron importantes recursos del Presupuesto de Egresos de la Federación del orden de 87 mil 300 millones de pesos en el período 2018-2021, más los 63, mil 200 proyectados para este 2022.

Un proyecto al que se le invirtieron tal cantidad de recursos como al Tren Maya debe hacerse funcionar. De igual forma que con el Aeropuerto de Texcoco o NAICM, mi postura es que los recursos invertidos en su construcción representan un costo hundido que nos debe llevar a evaluar el “Cómo sí” se concreta el proyecto.

Fuera de sesgos políticos o ideológicos el NAICM debió de haberse reevaluado, recalibrado e incluso modificado, pero no cancelado.

Un gobernante visionario y sensato, debe evaluar el costo-beneficio de finalizar cualquier obra  inconclusa en el período anterior y considerar los costos incurridos en el avance registrado de las mismas, en especial el costo hundido atribuible a cada proyecto.

Por todo lo anterior, yo propondría que antes de que se termine la administración actual y para prevenir un cambio de rumbo o de visión en cuanto al Tren Maya, se corrigieran y se calibraran todos su componentes: La estimación de la demanda de carga y pasajeros, el análisis costo-beneficio, la corrida financiera, el proyecto ejecutivo, la documentación jurídica del derecho de vía, los impactos ambientales, las afectaciones arqueológicas, los impactos sociales, etc.

La condición sine qua non para reevaluar y recalibrar un proyecto de la dimensión e importancia del Tren Maya es hacerlo en un contexto de transparencia, rendición de cuentas, participación de expertos en cada área, comunicación social efectiva, responsabilidad fiscal, certeza jurídica, estabilidad del marco regulatorio, evaluaciones a posteriori, en fin, apegados al tesoro de la infraestructura: El sentido común.

Finalmente, una recomendación muy puntual. Es impostergable extender el Tren Maya hasta Coatzacoalcos mediante la rehabilitación y modernización del tramo ferroviario Coatzacoalcos-Palenque. Esta conexión permitirá conectar dos megaproyectos logísticos del país: El Tren Maya y el Corredor Transístmico.

Esta modificación del alcance y cobertura de ambos proyectos ferroviarios puede generar una mayor demanda de carga y pasajeros y mejorar la conectividad logística multimodal de México para competir con el Canal de Panamá y librar la saturación de los puertos del Pacífico Mexicano para llegar directamente vía marítima a la costa Este del mercado norteamericano.

La integración del Tren Maya y el Corredor Transístmico fortalecería el desarrollo regional del sureste, que es una asignatura pendiente en la historia del país.

Pero del Corredor Transístmico ya hablaremos en la próxima.

Marco Garza

Marco Garza
Correo
Presidente y director general de EYEMEXICO

Maestría en Ciencias (MSc) 1996-1997
Regulación y Organización Industrial
London School of Economics and Political Science University of
London, United Kingdom.

Fuente: El Financiero